Cuando todo se mueve afuera, vuelve a ti.
Tu cuerpo, tus relaciones y cómo volver al centro cuando todo tiembla.
El mundo está ruidoso. Acelerado. Y, a veces, un completo caos.
Guerras.
Crisis climática.
Todo sube de precio. Nada es seguro.
Y encima, esta locura digital que no te deja respirar.
Muchas veces vamos corriendo de una cosa a la otra, sin parar. Y por dentro… vacíos. Desconectados. Saturados.
Los nervios hechos polvo, el cuerpo tenso como una piedra, y las relaciones… se enfrían o se rompen.
Y en medio de todo eso, me pregunto muchas veces:
¿Cómo se supone que voy a mantenerme conectada conmigo misma?
¿Por qué estoy tan tensa, tan cansada, si estoy haciendo todo “bien”?
Porque tu sistema está desbordado. Y nadie te enseñó a regularlo.
Es tu infraestructura interna para poder vivir bien.
La relación es eso que más nos alimenta como seres humanos…
…y también lo que más nos remueve.
Pero, ¿cómo vas a lograr una conexión real si tu cuerpo está en modo alerta?
Si la cercanía te estresa.
Si “funcionas”… pero no sientes de verdad.
Tu cuerpo no es el enemigo. No es un problema. Tampoco es solo un vehículo.
Es tu aliado. Tu brújula interna.
Te dice lo que necesitas.
Habla. En forma de tensión. De ansiedad. De deseo. De lágrimas. De nudos en la garganta.
Pero…
¿Lo estás escuchando?
La regulación es el puente.
El que te lleva de la tormenta a la calma.
La capacidad de calmarte, de quedarte presente, de volver a ti…
Justo cuando todo dentro y fuera se pone difícil.
Y no, no hablo de “aguantarte” o “hacer como si nada”.
Hablo de permitirte aflojar.
De dejar de pelear contigo.
De ser real. Móvil. Suave. Y volver al flujo.
Acompaño a personas exactamente ahí:
Cuando el estrés se ha vuelto lo normal.
Cuando el cuerpo es un enigma, algo que no entienden ni disfrutan.
Cuando la relación se convierte en campo de batalla… o en un deseo que nunca se cumple.
Y te lo digo sin rodeos:
Cuando aprendes a regularte, todo cambia.
No tienes que ser perfecta.
Solo necesitas algo mucho más poderoso:
Estar dispuesta a volver a conectar contigo. De verdad.
El mundo ahí fuera no se va a calmar.
Pero tú sí puedes construir dentro de ti un lugar donde haya silencio.
Un espacio tuyo. Seguro. Real.
Desde ahí, volver a conectar:
Contigo.
Con tu cuerpo.
Con los que te rodean.
Con tu vida.
Volvamos juntas. A ti.
