“Entre nosotros hay un muro… pero no sabemos cómo creció.”
Quizás alguna vez hayas pensado esta frase o incluso la hayas dicho en voz alta.
Quizás estés sentado por la noche junto a tu pareja, ambos mirando el móvil, y aunque solo haya unos pocos centímetros entre ustedes, se siente como si hubiera mundos de distancia.
A veces no se trata de una gran pelea, ni de una escena dramática.
Sino de un alejamiento silencioso y constante.
Una sensación de frío, de distancia.
Como si vivieran uno al lado del otro, en lugar de realmente estar juntos.
Y entonces surge la pregunta:
¿Esto es todo? ¿O todavía podemos hacer algo?
Bienvenidos a la era más difícil para las relaciones humanas.
Nunca ha sido tan complicado mantener viva una relación como hoy.
Antes, los roles estaban más claros, las expectativas eran más pequeñas y la vida más sencilla.
Hoy en cambio:
- Estamos siempre conectados con las redes.
- Comparamos nuestra relación con historias de amor idealizadas en las redes sociales.
- Esperamos de nuestra pareja no solo seguridad, sino también pasión, aventura, amistad profunda e intimidad total… todo en una sola persona.
Esto es una montaña de exigencias.
Y aquí es donde muchas parejas tropiezan.
Cuando la intimidad se vuelve difícil
Una pareja me dice: “Hablamos mucho, pero no sirve de nada.”
Otra cuenta: “Ya no discutimos. Pero tampoco se siente bien, todo se volvió tan silencioso.”
O: “Nos sentimos cerca, pero no sentimos ganas. Nos amamos, pero no nos deseamos.”
¿Te suena familiar?
Quizás no en todas las facetas, pero sí en alguna.
El problema no es que no se comuniquen lo suficiente.
El problema es que han olvidado cómo encontrarse de verdad.
Por qué las soluciones antiguas ya no bastan
Muchos libros de autoayuda dicen: “Simplemente hablen, comuníquense más.”
O: “Salgan más, vayan al cine, regálense tiempo juntos.”
Suena bien, pero no alcanza.
Porque cuando los cimientos se resquebrajan, las soluciones superficiales no sirven.
El verdadero tema es más profundo:
- ¿Cómo nos sentimos cuando estamos cansados, abrumados o heridos?
- ¿Cómo logramos intimidad si el estrés y la rutina nos separan constantemente?
- ¿Cómo recuperamos el deseo cuando las responsabilidades y las preocupaciones lo eclipsan todo?
Estas preguntas no se responden con una cena romántica.
Necesitan un espacio donde poder ser honestos, contigo misma y entre ustedes.
Por qué la terapia de pareja no es signo de debilidad
Muchas parejas dudan antes de buscar ayuda.
“No es tan grave.”
“Deberíamos resolverlo solos.”
“Es incómodo hablar con un extraño sobre nuestra cama o nuestras peleas.”
Pero, ¿sabes qué?
El coraje es pedir ayuda.
El coraje es no mirar hacia otro lado.
El coraje es decir: No queremos aceptar esto. Queremos entender. Queremos cambiar.
La terapia de pareja no es un último recurso.
Es un comienzo.
Un comienzo para la claridad, la cercanía, el deseo, y para una relación que los sostenga a ambos de nuevo.
Qué sucede en una buena terapia de pareja
Muchos temen: “¿Será una hora llena de reproches?”
No. Una buena terapia de pareja no es un tribunal.
No se trata de encontrar culpables.
Se trata de comprender dinámicas.
¿Qué significa esto concretamente?
- Descubren qué patrones los llevan siempre a los mismos callejones sin salida.
- Aprenden cómo salir del ciclo de reproches, distanciamiento o silencio.
- Obtienen herramientas para volver a encontrarse de verdad – emocional, física y sexualmente.
Porque la relación es más que organizar la vida y los compromisos.
La relación significa: Te veo. Me ves. Y a pesar de las diferencias, a pesar de las cicatrices, seguimos en contacto.
Las crisis son oportunidades
Sé que cuando estás en medio de una crisis, rara vez se siente como una oportunidad.
Se siente dolor.
Resignación.
A veces miedo a perderlo todo.
Pero ahí está la posibilidad:
Una crisis nos obliga a mirar con honestidad.
Nos quita la ilusión de que “todo se arregla solo”.
Y abre la pregunta: ¿Qué queremos realmente, y cómo podemos lograrlo?
Muchas parejas que inician terapia dicen después: “Fue duro. Pero fue el momento en que finalmente empezamos a encontrarnos de nuevo.”
Mi postura
Creo que las relaciones no son estructuras estáticas.
Son organismos vivos.
Y como todo ser vivo, necesitan cuidado, atención y, a veces, acompañamiento profesional para volver a equilibrarse.
Mi enfoque es claro:
- Directo.
- Honesto.
- Enfocado en lo que realmente importa – cercanía, intimidad, vitalidad.
Nada de consejos vacíos, nada de trucos rápidos.
Trabajo desde la raíz.
Porque solo así una relación no solo puede sobrevivir, sino crecer.
¿Y ahora?
Quizás leas este texto y pienses: Esto somos nosotros.
Quizás escuches en tu mente: No mejorará si no hacemos nada.
Entonces pregúntate:
¿Qué pasaría si tuvieran el valor de comprometerse con este proceso?
¿Qué pasaría si no solo trabajaran en sus problemas, sino que redescubrieran su relación?
¿Qué pasaría si, después de años, se sintieran tan cerca que pudieran decir: Esta es la persona que realmente quiero.
Si esto te resuena, el momento es ahora.
No mañana. No algún día.
Porque la relación no espera.
Puedes empezar por estas preguntas: